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martes, 14 de abril de 2009

Caballos, morcilla y riesgo en Arroyo


DICEN los jinetes de Arroyo de la Luz que el caballo sólo ve un hueco, una especie de túnel por el que galopa y galopa hasta que quien le monta tira de las riendas y le ordena parar. Y ciertamente, debe ser así. Porque si el animal viera lo que tiene por delante, descabalgaría al valiente, se daría la vuelta y saldría corriendo en dirección contraria, al campo.

Lo que percibe el ojo humano es una calle absolutamente repleta de gente, desde arriba hasta abajo. El que no tiene en la mano una lata de cerveza sujeta un bocadillo de morcilla del pueblo -maravillosa-, o las dos cosas a la vez. Hay miles de personas. Quince mil, dice la costumbre de los últimos años. Y casi todas ocupando una única vía: la calle Corredera, de 850 metros y una anchura que varía a lo largo de su trazado. Bien lo sabe el vocero, que no calla durante tres o cuatro horas. «Atención, han salido dos jinetes, han salido dos jinetes. Atentos a la salida, van dos jinetes, mucho cuidado a la altura de Correos y de las Cuatro Esquinas. Atención, dos jinetes. No le den la espalda a la carrera. Cuidado con los niños. No crucen la calle».

La retahíla sale del altavoz instalado en un balcón de la calle Corredera, la más conocida de Arroyo de la Luz, y por la que ayer desfilaron unos ciento cincuenta jinetes. A cuatro carreras para cada uno -es el máximo establecido-, la matemática dice que fueron seiscientas, es decir, que en esa famosa vía hubo ayer más actividad equina que la que tienen algunos hipódromos en unos cuantos meses.

Aquella batalla de 1912

El desfile de caballos a toda velocidad es la pieza angular de la Semana Santa en Arroyo de la Luz, que también incluye procesión de la Virgen de la Luz. Cada Lunes de Pascua, los vecinos rememoran la batalla del Pozo de las Matanzas, en el año 1912, en la que las tropas de Alfonso IX reconquistaron el pueblo. Y la forma de evocar aquel suceso histórico es que los jinetes recorran la calle principal a galope tendido, pletóricos por la victoria.

«Atravesar la calle es una sensación de vértigo», define Daniel Collado, que tiene 42 años y ayer galopó Corredera abajo por segundo año. A las dos de la tarde, espera su turno para vivir la experiencia por segunda vez en el día. «Al caballo hay que tenerlo preparado, haberle movido durante las semanas anteriores -cuenta-, y no pasar con él por la calle Corredera más que el día de la fiesta para la carrera, porque si pasas antes puede aprenderse las salidas e intentar huir durante la carrera».

Daniel pertenece al grupo de los protagonistas de una fiesta auténtica, porque no hay en ella edulcorantes o artificios que hayan perturbado su originalidad. Conserva el Lunes de Pascua de Arroyo la esencia del festejo popular por múltiples detalles, uno especialmente saludable: las casas abiertas. En esta fiesta, el visitante no necesita preocuparse por dónde reservar sitio para comer. A poco sociable que sea, picará aquí y allí, comida y bebida que le ofrecerán los vecinos. Una gentileza natural y sincera en un ambiente en el que si algo sobra siempre son viandas, embutidos y dulces, vino y cerveza para todos.

Y su buena dosis de riesgo, también. Probablemente, esa sensación será de las primeras que experimente el primerizo. Cuando el vocero anuncia la salida de dos caballistas, no hay nada en la calle, más allá de esa voz insistente, que haga presagiar que en unos segundos atravesarán el sitio dos jinetes a galope tendido. Y sucede sin embargo que los animales siempre acaban haciéndose sitio. Según se van acercando, la calle va abriéndose como una cremallera humana que dos segundos después vuelve a cerrarse, y dos segundos más tarde vuelve a abrirse otra vez. Desde luego, un espectáculo digno de conocer.

Tenemos la mala noticia del fallecimiento de un agente de la Policia Local,un caballo le coceo,tras lo cual fue intervenido,le extirparon el bazo,y fallecio tras la operacion.

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