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domingo, 12 de octubre de 2008

Holandeses‘errantes y herrantes’


Deby y Tom Brower se extrañaron a su llegada a León que casi nadie hiciera las herraduras de los caballos a la medida y se herrara ‘en frío’, con piezas estandar. “En Cataluña, que también hay bastante afición a los caballos, sí hay más gente que trabaja como nosotros, herrando al rojo vivo, como siempre se ha hecho en las fraguas, pero por aquí creo que somos muy pocos los que lo hacemos o, tal vez, seamos nosotros los únicos que lo hacemos”.
El secreto tal vez sea que, además de su profesión, los caballos son la gran pasión de estos dos holandeses ‘errantes y herrantes’. «Tenemos nuestra yegua para disfrutar, salir al campo con ella y en los ratos libres estamos construyendo calesas de diferentes formas y usos. Es algo que nos gusta y como aquí no hay tradición de ello queremos aficionar a la gente, no las queremos como negocio ni nada, son para pasear, para disfrutar”.
- Por ellos estaban todo el día haciendo cosas para la gente, son muy mañosos. A mi cada vez que se me rompe una pieza de la moto ya estoy aquí a la cola de la fragua; dice Nisio, que no se separa de ellos.Fulgencio Fernández Voznuevo
Si llegas hasta el pequeño pueblo de Voznuevo, cerca de Boñar, tienes todas las probabilidades del mundo de encontrar por sus calles a un tipo realmente singular, Nisio, que con más de noventa años se mueve con gran agilidad, camina sin cacha, seguramente con algún gato en brazos, todavía anda en moto sin ningún reparo y con un sentido del humor que se acerca a la socarronería. No vas a mantener con él una conversación convencional, seguro, pues sus diálogos nunca lo son. Tal vez pasó por allí José Luis Cuerda antes de hacer el guión de ‘Amanece que no es poco’.
- ¿Ustedes creen en Dios?, nos dice a modo de saludo, como si fuera la pregunta más normal del mundo.
- Bueno, yo no pero el de la cámara de fotos sí; acertamos a decir para que hubiera uno de nosotros en cualquier bando que militara el hombre.
- No, si a mi me da igual, sólo lo preguntaba por no hablar del tiempo, que ya estoy harto de gente que llega y siempre dice lo mismo. “¡Qué buena tarde hace jefe!”, como si yo no lo viera. Bueno, no me enrollo, ¿qué vienen, a ver a los holandeses?
- Sí.
- Buena gente, unos fenómenos en lo de herrar caballos, y menudos guevos que tiene la paisana. Ahí viven, donde está ese coche de caballos, que también lo hicieron ellos.
‘Los holandeses’, como dice Nisio, son Tom y Deby Brouwer, una joven pareja procedente de aquel paísque recorren la provincia de León herrando caballos. “Ya hacíamos este trabajo en Holanda y veníamos con frecuencia a España, para visitar a una hermana de Deby que vive aquí. Un día decidimos dar un cambio grande a nuestra vida y nos quedamos a vivir en León, primero en un pueblo cerca de Astorga y después, desde hace tres años, aquí en Voznuevo, donde nos encontramos fenomenal y la gente nos ha acogido de maravilla”, explica Tom Brouwer mientras sigue preparando una herradura que pronto le colocará a un caballo que espera.
Tom y Deby Brouwer realizan todo el proceso. Desde la construcción de la herradura a la medida hasta su colocación. Han adaptado su furgoneta y en ella llevan todas las herramientas y una pequeña fragua de butano en la que ponen el hierro al rojo vivo, lo moldean, lo adaptan y lo colocan. “Nos ha extrañado mucho al llegar que aquí se herrara en frío, con herraduras que ya se compran hechas y que, más o menos, se adaptan a las patas del animal. Pero esa forma de herrar puede provocar problemas con el paso del tiempo y molestias al caballo. Por aquí no se les suele mandar mucha faena pero, herrando así, por supuesto que no valdría el caballo para competición ni para realizar grandes trabajos”, explica Deby, que ella sola se arregla para herrar un caballo, sin la ayuda de nadie. “Esto tiene mucho más de maña que de fuerza, es cuestión de técnica y cuidado. Haciéndolo bien el animal no se mueve”.
Y realmente así es. Lo pudimos comprobar unos minutos después. Hay un momento, cuando colocan el hierro incandescente en la pata del caballo para ajustarlo a su medida exacta, que tienes la sensación de que al animal se va a resistir o soltar una coz. No es así. Permanece quieto, sin moverse, mientras Deby le habla y le acaricia para que esté tranquilo.
Los viejos potros no son necesarios con estos modernos herradores y, sin embargo, antiguos. “Nosotros utilizamos el sistema tradicional, el que siempre habíamos visto en Holanda, nuestro país, en el que existe una gran tradición de herradores y hay mucha afición y pasión por los caballos: como animal de trabajo, como deporte y como animal de paseo, de ocio”.
De hecho Tom y Deby se formaron como herradores igual que se hace allí para otros muchos oficios, realizando lo que podría ser una especie de Formación Profesional. “Desde niños vimos trabajar a los herradores y como nos gustaba pues les ayudábamos. Después, con veinte años, ya fuimos a estudiar durante tres años”.
Después trabajaron otros diez años en su país y hace tres decidieron quedarse en España, llegaron a Voznuevo y, poco a poco, se fue corriendo la voz de que ‘los holandeses de Voznuevo’ hierran caballos ‘en un momento’, sin necesidad de potro, sin que les haga falta nadie para ayudarlos y haciendo las herraduras a la medida. “Quedan las yeguas y los caballos perfectos, no se resienten jamás ni dan problemas”, dice convencido, Pepo, del Rancho Canadá de Naredo, que tiene caballos para realizar rutas y es un cliente habitual de Tom y Deby. “Yo se los he recomendado a mucha gente y todos quedan encantados”.
Deby Brouwer lo tiene muy claro. “Los viejos herradores siempre hicieron las herraduras a la medida, es lo más lógico, son los zapatos de los caballos. Así nos lo enseñaron y así lo hace

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