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jueves, 30 de abril de 2009

Un dia en la Feria "saludos para todos"


El campo de Los Remedios estuvo ayer en su justa medida. Abrieron el día sólo los feriantes de verdad, los incondicionales, los que no se pierden ni una y aguantan hasta los fuegos artificiales. Esos son los que fueron a comer y pudieron disfrutar de los primeros caballistas como en las ferias de antes, en las que había sitio y dar un paseo no era un juego de riesgo. Después del día de fiesta, el resto de los sevillanos tardaron un poco más en arrancar y no llegaron al real para comer, todo lo más para el cafelito.
Aún así y tras la avalancha del martes, la Feria de Abril cogió ritmo, su ritmo, el de un día de los primeros, como les gusta decir a los de la capital, en los que nadie ni falta, ni sobra. Lo justo.
Así estaba la caseta de José Jiménez López, quien disfrutaba con su señora de la primera mesa del comedor -junto al balconcillo para ver mejor los caballos- de su caseta en Gitanillo de Triana 90. El módulo es el punto de encuentro de toda la familia y allí esperaban la visita de sus seis hijos que ayer iban a caballo. Siguen la afición de su padre, quien exhibe orgulloso en la trastienda una foto de él mismo montado a caballo en el real del Prado y tampoco faltan en el cuerpo noble de la estancia retratos de su hijo Javier Jiménez toreando.
Al son de una sevillana muy bajita, la familia Jiménez López almorzó mientras organizaba los próximos días de Feria para recibir, como de costumbre, a familiares de Madrid.
En los alrededores de la caseta hicieron una pausa algunos de los más jóvenes de la familia, sobrinos de José Jiménez, que ayer montaron a caballo. La gallardía de Beltrán Gómez sólo permitía unas arrugas leves a su chaquetilla de hilo blanco, que lucía además de un juego de caireles en estribos. No le desmerecía la flamenca que llevaba a la grupa; María del Mar Acevedo estrenando un bonito traje blanco de volantes firmado por Ana Arias. Unos pendientes antiguos de coral remataban la estampa.
No mucho más lejos, en Gitanillo 110, se reunió el grupo de amigos de Emilio Vieira habituales de La Garrocha, nombre de la caseta en la que suelen quedar para almorzar y ayer estaban preparando algunos detalles para la reunión de antiguos alumnos del colegio Portaceli de la promoción del 84, que este año hace 25 años que terminaron sus estudios en el centro de los Jesuitas. Vieira, Enrique Zubiría y el resto de la reunión prefieren la Feria de día y no cambian la animada charla por las sevillanas, aunque confiesan que hay pocas cosas que se igualen a la belleza de una mujer vestida de flamenca cuando baila de verdad. Las casetas se fueron llenando, el reloj se retrasó una ayer una hora, o dos, pero los feriantes tomaron el real de Los Remedios.
Vencedor miraba desde la pared de la caseta de Los Cuarenta la animada tertulia de la que se precia Ignacio Sánchez Ibargüen. La cabeza del toro que lidió Belmonte en 1913 es emblema de una reunión señera de la Feria de Abril sevillana, la que el lunes del alumbrado premia al toro de más trapío de la temporada; este año volvió a caer en un victorino. Los fundadores de la caseta fueron ganaderos y agricultores, amantes del caballo y del toro, como también lo son los que desde allí siguen ahora velando por el purismo de la Feria de Abril. Empeñado en que Los Cuarenta sea un referente para que se mantengan las tradiciones y las costumbres, Joaquín Lozano Murube defiende el trato amable, el gusto en el vestir y el respeto, como enseñas de esta centenaria caseta.
El sol no tuvo ayer duda alguna y eligió el real de Los Remedios para pavonearse y lucir, también lo justito gracias a la leve brisa que permitió una temperatura, que ni por encargo.
Todavía andaba por el real Juan Domínguez Lobo voceando flojito entre las mesas sus cañaillas y bocas de la Isla, de San Fernando claro, desde donde viene cada mañana en el tren con el marisco guardadito en una caja, que es luego ya en la Feria donde lo coloca en el canasto.
Después de comer es cuando se animan los amigos de Estanislao Núñez Sequeiro en la caseta Maestranza de Joselito el Gallo porque, reconocen que les va más la Feria de noche.
Los hermanos Hernández Alonso pasaban la tarde en Gitanillo de Triana 201, donde llegaron los niños después del almuerzo; unos 20 chiquillos que despabilaron el tranquilo ambiente del mediodía y bailaron entre las acuarelas de una caseta muy taurina. Desde hace seis años, esta familia dispone de la caseta Los Dalton, donde atiende a los amigos y compromisos del trabajo con un tradicional almuerzo sevillano y luego no falta la invitación para la corrida del día. De la misma caseta salió un nieto del General Merry, no demasiado contento con el cambio del nomenclátor propuesto por el Ayuntamiento de Sevilla.
Engalanadas con trajes de Pol Núñez fueron ayer a la Feria las amigas de María Ybarra, que parecían haberse puesto de acuerdo en el color, presentando una extensa gama de tonos de rosa en los vestidos, todos ellos completados con mantoncillos y broches antiguos. Ayer no fueron a los toros, pero no suelen faltar a las corridas algún día de la Feria.
Y entre bromas y baile otra tarde de animada feria se tornó en luces y feriantes de refresco para un real incansable de fiesta.

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