La Feria del Caballo, que se celebrará del 10 al 17 de mayo, no ha enunciado aún el nombre y apellidos de su flamante Caballo de Oro, que en esta ocasión tomará el relevo a Gonzalo Fernández de Córdova y Topete, Marqués de Grañina, Caballo de Oro 2007.
Si a los méritos de todo el año 2008 nos remitimos lo cierto es que lamentablemente el premio quedaría desierto, pues no hemos tenido ningún representante deportivo o ganadero que brille con la intensidad que lo hicieron en su día Rafael Soto o Ignacio Rambla. Así que, un año más, hay que buscar en los archivos jerezanos para actualizarse y saldar la deuda que la estatuilla aún mantiene con personas vinculadas al mundo del caballo que siguen sin ver en sus vitrinas el premio que mejor representa a esta ciudad.
No cabe duda que la esencia del Caballo de Oro es el reconocimiento de toda una vida dedicada y vinculada con este noble animal, por lo que conviene huir de premiar a nombres que aún no peinan canas, pues se puede caer en el descrédito y el desprestigio del premio, véase el caso de galardones otorgados a personas del mundo taurino sin apenas trayectoria o méritos suficientes. Por ello, el Caballo de Oro debe seguir siendo lo que es: un premio con talla y empaque.
Nada está decidido en la mesa del jurado que cada año pone nombre y cara al premio, pero no estaría de más que se barajaran las figuras de personajes de esta ciudad que aún no han sido premiados. Una de estas personas es Antonio Carrasco, veterano y experimentado cochero de la Yeguada La Cartuja-Hierro del Bocado. Carrasco tiene un dilatado currículo deportivo en la disciplina de enganches y se puede decir que, junto a Juan Robles y a José Mata, es de los mejores cocheros de España. Su veteranía, su bagaje cultural en el mundo hípico y su destreza le han llevado por las mejores casas ganaderas hasta parar en la jerezana y antigua yeguada cartujana.
Otro ejemplo es Manuel Román, guarnicionero de la Real Escuela Andaluza del Arte Ecuestre. Román lleva años forzando la vista y enhebrando agujas para que el nombre de la institución hípica no pierda ni una gota de su elixir, que encandila a medio mundo cada año en sus vistosas galas hípicas. Román, siempre a la sombra de su guarnicionería, situada en las dependencias de la Real Escuela, además de coser los fabulosos trajes de los jinetes y alumnos de la fundación ecuestre, se encarga cada año de formar a nuevos aspirantes a guarnicioneros con excelentes resultados, pues alumnos suyos han terminado abriendo su propio taller de costura. Manuel Román, un gran desconocido para la mayoría pero por cuyas manos pasa el éxito y el reconocimiento mundial de la Real Escuela y, claro está, de esta ciudad.
Pero hay más nombres que deberían en alguna edición estar en la mesa de decisión de este premio. Veteranos ganaderos de la talla de Diego Méndez, que ha establecido en Jerez su lugar de residencia, deberían ser premiados por esta ciudad, después de que su ganadería de caballos árabes, la más laureada de la historia del caballo árabe en este país y puede que en Europa, se sostenga en viejas líneas de sangre que encuentran en la Yeguada Militar de Jerez su estirpe.
Pero si el Caballo de oro quiere saltar a otros ámbitos, más allá de lo puramente deportivo, encuentra las manos del artista local Paco Toro, que lleva toda una vida dedicada a plasmar la fuerza y la belleza de este animal en sus coloristas y atrevidas pinceladas. El pintor jerezano es conocido fuera de nuestras fronteras y sus murales ecuestres han sido elogiados por los mejores críticos de arte de otros países.
Las incógnitas se despejarán en unas semanas y el galardón, como cada año, se entregará el sábado de la Feria del Caballo, la semana más importante del calendario festivo de esta ciudad y en la que están concentradas las pocas actividades hípicas con las que cuenta esta ciudad.
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